https://www.arguments.es/wp-content/uploads/culturadelavida/2014/05/la+foto+2-300x300.jpeg" alt="la+foto+2" width="300" height="300" />Si nos propusieran conocer a una persona que va a transformar toda nuestra vida, haciéndonos mejores de lo que somos y mucho más felices, aceptaríamos conocerla seguro. Dicha persona, nos explican, con poco es capaz de mucho. Es capaz de sacar grandes sonrisas y también alguna que otra lágrima. Es capaz de hacer que nos conozcamos más. El cambio que introduce en nuestro mundo es algo costoso al principio pero nos vamos dando cuenta de que merece la pena. Esta persona tan especial va a conseguir que nuestro yo crezca. Nos hará más pacientes y tolerantes con los demás. Se hará querer, aun con sus defectos, y esto dejará fuera nuestro egoísmo. Ya no importa sólo mi felicidad sino la nuestra y al mismo tiempo aprenderemos a querernos más a nosotros mismos. Nos querremos más porque gracias a ella, nos vamos a sorprender de lo que podemos llegar a hacer, vamos a conseguir lograr cosas de las que antes nos creíamos incapaces y lo mejor es que disfrutaremos haciéndolas. Nos va a hacer sentir valorados e importantes. Todo esto sin pedir nada a cambio. Una vez con nosotros no la vamos a querer dejar escapar. Definitivamente queremos conocer a esta persona tan especial, que va a desarrollar todo nuestro potencial oculto. Consideraríamos muy poco inteligente por nuestra parte rechazarla. Esta descripción de una nueva persona en la vida de alguien podría atribuírsele a un hijo. El cambio que trae puede ser grande, puede dar incluso vértigo, pero habíamos quedado que merecía la pena dejar entrar en nuestra vida a esa nueva persona tan especial, ¿no? Hace poco fue la marcha por la familia y por la vida en Guatemala. En ella se dio voz una vez más a los que no la tienen y a la maternidad y es que se ha asumido en la sociedad que el aborto es ejercer un derecho de elección. Sin embargo, para poder ejercer bien ese derecho que parece estar tan valorado, sería lógico presentar todas las opciones. Y entonces, ¿por qué se anima tanto a la mujer a abortar y no se le ofrecen las demás posibilidades? ¿Por qué la sociedad no la anima a seguir con su embarazo y le ofrece ayudas para ello? Al fin y al cabo, animando a la mujer a abortar, se le está animando además a no conocer a esa persona tan especial.