El misterio central de la fe y de la vida cristiana es el misterio de la Santísima Trinidad, que ha sido revelado por Jesús. Confesamos la existencia de un solo Dios y tres Personas: el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo. Aquí trataremos de ayudarte a que las conozcas mejor.
La Trinidad es un misterio que no podemos entender con la razón que sólo podemos conocer porque Dios nos lo ha revelado. Dios mismo ha salido a la búsqueda del hombre para manifestarle la verdad de su Ser y de su Amor. En la historia de Israel, quiso dejar bien grabado que existe un solo Dios y no muchos. Ese único Dios es el creador de todo lo que existe, un ser de santidad y grandeza incomparables, de sabiduría y poder infinitos, eterno, justo, fiel y misericordioso. A través del pueblo de Israel, Dios enseñó a la humanidad a adorar y amar a un único Dios verdadero. Pero Dios aún no había dado el último paso.
El punto culminante e insuperable de la revelación del misterio de Dios tuvo lugar en Jesucristo. Él es Dios verdadero hecho hombre por amor a todos los hombres, es Dios personalmente presente en este mundo. Jesús se reveló como el Hijo único del Padre, como aquel que existe desde siempre a su lado y es un solo Dios con Él. Así supimos que existe un único Dios verdadero, pero que es Padre y es Hijo. El Señor expresó con claridad que el Hijo es distinto del Padre pero que es un mismo Dios con Él.
A la vez que Jesús se revela a sí mismo como el Hijo y nos muestra la persona del Padre, nos habla también de otra persona, del Espíritu Santo, y nos promete su envío. El envío del Espíritu Santo a la Iglesia tuvo lugar el día de Pentecostés. Tenemos así a un tercero, distinto del Padre y del Hijo, que es verdadero Dios como ellos.