La palabra romería viene de "romero", tal y como se designaba a las personas que peregrinaban a Roma. Después, el significado se extendió y en la actualidad una romería es la visita a un santuario o a una imagen de la Virgen María.
El origen de la romería se remonta al siglo VI en el corazón de Europa. Se popularizaron en el Medioevo las peregrinaciones que iban a visitar las tumbas de los apóstoles Pedro y Pablo y se les llamó “romeros”, derivado del latín Romae. A los que peregrinaron hacia la tumba del Apóstol Santiago se les llamó “peregrinos”, que viene del latín “peregrinus” (el que va o viene del extranjero). Los peregrinos a Tierra Santa (Palestina) se llamaron palmeros. Fue en los últimos siglos del primer milenio en que se erigieron muchos templos dedicados a la Virgen María, Madre del Redentor, y se iniciaron peregrinaciones o romerías. Uno de los primerísimos santuarios europeos de la Virgen fue Nuestra Señora de los Ermitaños de Ensiedel (Suiza), donde son conocidas ya romerías en el siglo VI y que popularizó Carlomagno.
Desde entonces, el auge tomado por peregrinos y romeros a los templos y ermitas de la Virgen María fue en aumento. En España, la primera romería que se conoce es la Romería de Ujué, en Tafalla (Navarra) en el siglo XI.
En el mes de mayo, que la Iglesia dedica tradicionalmente a la Virgen Santísima, es habitual que se organicen romerías a santuarios marianos, para visitar y honrar a nuestra Madre. Pero se pueden hacer romerías cualquier día del año.
No existe una fórmula única para hacer una romería, sino que esta arranca del amor, cariño y veneración que los hijos tienen hacia su Madre del cielo. La romería es un acto de piedad personal hacia la Virgen. Se va a Ella para rezarle, a pedirle favores o a darle las gracias por favores recibidos.
Sin embargo, lo habitual es rezar tres partes del Rosario (su oración preferida): una, en el camino de ida; otra — la correspondiente al día de la semana, con las letanías—, en el santuario o ante la imagen de Nuestra Señora que había ido a visitar; y la tercera, en el camino de regreso. La romería tiene también un valor penitencial, para que los romeros cuando visitan a la Virgen puedan “ofrecerle algo”. Muchas veces la ermita o santuario están situados en peñascos altos y hay que subir por caminos sinuosos hasta conseguir besar a la Virgen.
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