"En el año decimoquinto del imperio de Tiberio César, siendo gobernador de Judea Poncio Pilato, y Herodes tetrarca de Galilea, y su hermano Felipe tetrarca de Iturea y de la provincia de Traconite, y Lisanias tetrarca de Abilinia, y siendo sumos sacerdotes Anás y Caifás, vino palabra de Dios a Juan, hijo de Zacarías, en el desierto. Y él fue por toda la región contigua al Jordán, predicando el bautismo del arrepentimiento para perdón de pecados, como está escrito en el libro de las palabras del profeta Isaías, que dice:
Voz del que clama en el desierto: Preparad el camino del Señor; Enderezad sus sendas.
Todo valle se rellenará, Y se bajará todo monte y collado; Los caminos torcidos serán enderezados, Y los caminos ásperos allanados;
Y verá toda carne la salvación de Dios", (Lucas 3, 1-6).
La Biblia nos dice mucho sobre el Amor. En Mateo 22, 38-40 leemos: "Jesús contestó: Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el primero y más grande de los mandamientos. El segundo es igualmente importante, Ama a tu prójimo como a ti mismo. Toda la ley y los mandamientos de los profetas están basados en estos dos mandamientos". Toda ley y exigencia están basadas en el Amor. Teóricamente, si pudiéramos amar al Señor de forma correcta y amarnos unos a otros, todo estaría en su lugar. Pero ¿qué significa de forma correcta? Los seres humanos confundimos muchas veces el hacer las cosas bien, el ser efectivos y no fallar, con poner amor en lo que hacemos. Así que el Padre Celestial decidió que no nos diría cómo es el Amor. Él nos lo mostraría.
La Navidad es un capítulo importante de la historia universal del amor de Dios. En ella vemos claramente el Amor del Padre por su Hijo. La familia es uno de los primeros lugares donde un niño aprende a amar y ser amado. Provee una experiencia formativa sobre lo que es el amor. El Niño Jesús fue colocado por el Padre al cuidado de María y José , una madre y un padre. Unidos en matrimonio. La Sagrada Familia era una familia completa. Jesús no nació en una familia rica donde un siervo tendría la tarea de criarlo, sino en una familia pobre donde ambos padres compartían esta tarea. He visto muchas pruebas a través de los años de que ambos, padre y madre, son crucialmente importantes para la mejor educación de un niño. Pero no era sólo el bienestar de Cristo lo crucial en aquellas primeras Navidades, era el nuestro. https://www.arguments.es/comunicarlafe/dios-con-nosotros-el-misterio-de-la-navidad/
El Padre Celestial tanto nos amaba a nosotros, a todos nosotros, que envió a su Hijo Unigénito. Cristo vino a amarnos, sabiendo que nosotros muchas veces no le sabríamos corresponder. Se hizo hombre, para enseñarnos a querer y que nos fuera más fácil quererle. Oyó nuestras voces con oídos humanos y conoció nuestras caras con ojos también humanos. Sabe lo que es llorar, tener frío, sabe lo que es tener amigos, que te traicionen, te abandonen, perdonar y pedir perdón. Él nos tocó con manos humanas, curando heridas, enfermedades y corazones rotos. Él predicó con labios humanos el inquebrantable amor de Dios por nosotros. Después, sufrió una muerte humana en la dura cruz, defendiendo eternamente ese Amor de la muerte y del infierno. Seguimos a un Dios que hizo infinitamente más de lo que alguna vez podríamos pagar. Y todo lo hizo por Amor. En palabras del Papa Francisco: “Dios se ha hecho niño para estar más cerca de los hombres de todos los tiempos, demostrándonos su infinita ternura”.
"La señal de Dios es la sencillez. La señal de Dios es el niño. La señal de Dios es que Él se hace pequeño por nosotros. Éste es su modo de reinar. Él no viene con poderío y grandiosidad externas. Viene como niño inerme y necesitado de nuestra ayuda. No quiere abrumarnos con la fuerza. Nos evita el temor ante su grandeza. Pide nuestro amor: por eso se hace niño. No quiere de nosotros más que nuestro amor, a través del cual aprendemos espontáneamente a entrar en sus sentimientos, en su pensamiento y en su voluntad: aprendamos a vivir con Él y a practicar también con Él la humildad de la renuncia que es parte esencial del amor. Dios se ha hecho pequeño para que nosotros pudiéramos comprenderlo, acogerlo, amarlo". "El Hijo mismo es la Palabra, el Logos; la Palabra eterna se ha hecho pequeña, tan pequeña como para estar en un pesebre. Se ha hecho niño para que la Palabra esté a nuestro alcance. Dios nos enseña así a amar a los pequeños. A amar a los débiles. A respetar a los niños. El niño de Belén nos hace poner los ojos en todos los niños que sufren y son explotados en el mundo, tanto los nacidos como los no nacidos. En los niños convertidos en soldados y encaminados a un mundo de violencia; en los niños que tienen que mendigar; en los niños que sufren la miseria y el hambre; en los niños carentes de todo amor. En todos ellos, es el niño de Belén quien nos reclama; nos interpela el Dios que se ha hecho pequeño".
"«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente… Amarás a tu prójimo como a ti mismo» (Mt 22,37-39). Esto es todo: la fe en su conjunto se reduce a este único acto de amor que incluye a Dios y a los hombres. (...) Él ya no está lejos. No es desconocido. No es inaccesible a nuestro corazón. Se ha hecho niño por nosotros y así ha disipado toda ambigüedad. Se ha hecho nuestro prójimo, restableciendo también de este modo la imagen del hombre que a menudo se nos presenta tan poco atrayente. Dios se ha hecho don por nosotros. Se ha dado a sí mismo. Por nosotros asume el tiempo. Él, el Eterno que está por encima del tiempo, ha asumido el tiempo, ha tomado consigo nuestro tiempo". "Él nos invita a su banquete de bodas al que no podemos corresponder, sino que sólo podemos aceptar con alegría. ¡Imitémoslo! Amemos a Dios y, por Él, también al hombre, para redescubrir después de un modo nuevo a Dios a través de los hombres". Texto completo: http://w2.vatican.va/content/benedict-xvi/es/homilies/2006/documents/hf_ben-xvi_hom_20061224_christmas.html
Esta semana, unámonos en la oración por estas tres intenciones: