El Padre Javier Sánchez-Cervera es párroco de la parroquia Nuestra Señora de Fuente del Fresno, en Madrid. Conocimos un simpático suceso que le había ocurrido precisamente por ir vestido de cura por la calle. En los tiempos que corren ir vestido de sacerdote supone en muchos casos exponerse a que te insulten, te llamen pederasta o se burlen de ti. Pero también es un modo de evangelizar y de que visiblemente la gente sepa que estás ahí las 24 horas del día disponible para lo que haga falta. Podríamos decir que los sacerdotes son como las alfombras, se ponen en el suelo para que los demás pisen blando, para hacernos la vida más fácil. Y el alzacuellos o la sotana, es su uniforme de trabajo, su distintivo, la manera de que los demás puedan saber que están de guardia, siempre de servicio. Javier Sánchez-Cervera es también el tercer sacerdote en sumarse a 10 minutos con Jesús, una iniciativa que ha puesto a rezar a más de 11.000 jóvenes a través de WhatsApp en apenas unas semanas. Surgió para dar respuesta a la petición de una madre preocupada por la vida cristiana de sus hijos. Nadie pensó que fuera a tener tanto éxito. Lo cierto es que se ha convertido en un poderoso aliado para ayudar a rezar a los jóvenes de una manera sencilla. Así que aprovechamos la ocasión, contactamos con él y le hicimos esta mini entrevista.
"Creo que todos los sacerdotes al principio tenemos sentimientos encontrados. Por un lado un cierto orgullo de poder hacer presente a Cristo con nuestra manera de vestir, por otro te sientes muy observado y, en ese sentido, un poco incómodo. Conforme pasan los años uno va acostumbrándose a ser mirado, sabes que la gente se vuelve cuando pasas y en los labios de las personas que te ven puedes leer mil veces el comentario que hacen a su amigo: “Mira, un cura”. A mí, personalmente, nunca me es indiferente vestir de sacerdote y, siendo sinceros, saberte “expuesto” de esta manera me ayuda a la hora de, por ejemplo, conducir con más cuidado o de cuidar más la manera en la que me expreso cuando hablo con alguien o por teléfono o cuando como. En otro orden de cosas el alzacuellos no es agradable, las camisas son, en general, de mala calidad y llevarlas abrochadas hasta el cuello siempre es incómodo como saben los que tienen que llevar todo el día una corbata, por ejemplo".
"No hay uno concreto. Gracias a Dios nunca he sido agredido ni nada por el estilo vistiendo de sacerdote pero sí ha habido ocasiones en las que me han insultado o, peor todavía, han insultado a Dios o a la Virgen María al verme. Recuerdo una vez al salir de una iglesia algo tarde después de una celebración de la Penitencia, iba con otro sacerdote y al final de la calle unos jóvenes que estaban de botellón comenzaron a insultarnos y a insultar a Jesucristo. Teníamos que llegar hasta donde estaban ellos para coger el coche y al llegar mi amigo sacerdote se les acercó y les dijo: “Tened cuidado porque el que escupe al cielo en la cara le cae”, ellos no supieron responder y, perplejos, se callaron. Estas situaciones de insultos o blasfemias supongo que se darán más de aquí en adelante por algunos escándalos relacionados con algunos sacerdotes. Para mí estos momentos, que son siempre dolorosos, me hacen sentir la necesidad de vivir mi sacerdocio de un modo aún más auténtico, más generoso y en una mayor unión con Dios".
"¡Cuando me libré de una multa! No, en serio, ha habido muchos momentos preciosos. Recuerdo una vez en un hospital que fui a ver a mi padre, era verano y el sacerdote estaba de vacaciones. Bajé a la cafetería a tomar un sándwich y en el ascensor una persona me pidió que atendiera a su familiar a punto de morir. Mientras íbamos juntos por el pasillo, el familiar de otro enfermo me preguntó si podía ir a su habitación y cuando salía de atender al primero y al segundo oí que me llamaban desde otra habitación. Era otro interno que necesitaba cuidado. Regresé a la habitación de mi padre casi dos horas después sin el sándwich pero feliz de haber podido ayudar a aquellos enfermos. Recientemente una mujer me pidió que la confesara. Lo curioso del caso es que yo estaba en el coche y ella en la ventanilla de un McDonalds donde había parado a pedir un café antes de ir a Misa. Nunca sabes cuándo puedes encontrar a alguien que te necesite".
"No se es mal sacerdote por no ir vestido de cura, en absoluto. Grandes amigos míos sacerdotes, excelentes sacerdotes, generalmente no visten con alzacuellos. En este caso, como en tantos, no se debe juzgar a nadie por las apariencias. Dicho esto, sin embargo, esta manera de vestir, recogida como obligatoria en el Derecho Canónico, ayuda mucho al sacerdote y a los que lo ven y, siendo pragmáticos, te ahorra mucho tiempo y dinero además. Quiero decir que todos los sacerdotes nos esforzamos en mejorar aspectos de nuestro carácter, de nuestra vida espiritual o de nuestra atención a los demás y no siempre es fácil. Este cambio, sin embargo, no cuesta nada y ayuda mucho, así que no veo razón para no dar ese paso lo antes posible".