El día de Pentecostés (al término de las siete semanas pascuales), la Pascua de Cristo se consuma con la efusión del Espíritu Santo. Según el Catecismo de la Iglesia Católica, nn. 691: "El término "Espíritu" traduce el término hebreo Ruah, que en su primera acepción significa soplo, aire, viento. Jesús utiliza precisamente la imagen sensible del viento para sugerir a Nicodemo la novedad transcendente del que es personalmente el Soplo de Dios, el Espíritu divino (Jn 3, 5-8)". "Por otra parte, Espíritu y Santo son atributos divinos comunes a las Tres Personas divinas. Pero, uniendo ambos términos, la Escritura, la liturgia y el lenguaje teológico designan la persona inefable del Espíritu Santo, sin equívoco posible con los demás empleos de los términos "espíritu" y "santo"". ">https://www.arguments.es/wp-content/uploads/liturgia/2019/06/nombres-del-Espíritu-Santo.jpg">
Jesús, se refiere al Espíritu Santo como "Paráclito" cuando anuncia y promete su Venida. Literalmente significa "aquel que es llamado junto a uno". Se traduce habitualmente por "Consolador", siendo Jesús el primer consolador (cf. 1 Jn 2, 1). El mismo Señor llama al Espíritu Santo "Espíritu de Verdad" (Jn 16, 13). En San Pablo se encuentran los siguientes apelativos al Espíritu Santo:
Y en San Pedro, el Espíritu de gloria (1 P 4, 14).