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Durante varios siglos se usaron varios libros litúrgicos en la celebración de la Misa. A caballo entre el primer y segundo milenio nace un libro que los reúne a todos: el Misal Plenario.
Hasta nuestros días, y desde el siglo XIII donde el Misal cobró realmente importancia, los tres misales más importantes han sido: el de la Curia Romana, el de San Pío V (o de Trento) y el Pablo VI con sus correspondientes reediciones.
El Papa Pablo VI publicó el Missale Romanum (1970) que daba plena continuidad a la tradición eclesial del Misal de Pio V. Este misal contiene tres secciones:
- Sección documental: contiene el Decreto de la Congregación para el Culto Divino por el que se declara típica la edición; la Constitución apostólica Missale Romanum de pablo VI, promulgando todos los textos del Misal; la Institutio generalis Misalis romani que muestra la identidad y continuidad de la tradición católica desde el misal de Trento hasta el actual; el motu propio Mysterii Paschalis y las Normae Universales de Anno litúrgico et de Calendario; el Calendarium romanum generale.
- El cuerpo comprende ocho grandes bloques. El fundamental es el Propio del Tiempo ya que desarrolla el misterio salador en su totalidad en torno al recuerdo de la vida de Cristo. Además del rito ordinario de la misa, contiene la celebración de los santos, las misas rituales, las misas para diversas circunstancias y finalmente las misas votivas y por los difuntos.
- Apéndice: recoge diversos elementos como el rito de la bendición y aspersión del agua bendita, algunos modelos de oración de los fieles, las oraciones preparatorias y de acción de gracias de la misa y los cantos del ordinario.
El Misal Romano no es plenario y por ello necesita para la celebración Eucarística del Leccionario y el libro de la Oración de los fieles.
Fuente: J. A. Abad, Celebrar el misterio cristiano, EUNSA, Pamplona 2005