Se acostumbra, después de la Misa vespertina del Jueves Santo, (el primer día del Triduo Pascual), hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles.
La visita a las 7 iglesias o Monumentos se hace el Jueves Santo en la noche y el viernes Santo por la mañana. Es una devoción muy arraigada en el pueblo cristiano. La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, para acompañarlo en la Oración del Huerto en la noche en que fue entregado y traicionado.
Hacemos las visitas a los Monumentos como expresión de amor y agradecimiento. Nos postramos ante la Eucaristía en actitud de adoración y reparación. La finalidad es agradecer a Jesucristo el don de la Eucaristía y del Sacerdocio que instituyó aquella noche santa del Jueves Santo y acompañarle en la soledad y sufrimientos en el Huerto de Getsemaní, así como en las afrentas recibidas en las casas de Anás, Caifás, Herodes, Pilato, culminando en el Calvario y en el silencio del sepulcro. Ante el Monumento, donde se reserva al Señor Sacramentado, le damos gracias por su Pasión, de la que fuimos causa y con la que nos redimió, le pedimos perdón por el abandono con el que con frecuencia le dejamos en el Sagrario.
Se visitan 7 iglesias diferentes simbolizando el ir y venir de Jesús en la noche de la traición. Es a lo que refieren con la expresión popular: “traerte de Herodes a Pilatos”.
Las visitas honran también a las siete efusiones de Sangre del Salvador, reviviendo los diversos momentos en los que el Jesús derramó su sangre por nuestra redención:
En cada estación o monumento se hace una breve meditación y se reza en acción de gracias por la institución de la Sagrada Eucaristía y por las intenciones del Romano Pontífice, seis Padrenuestros, Avemarías y la siguiente oración sustituyendo al Gloria (que no se reza hasta la Resurrección): "Cristo padeció por nosotros obediente hasta la muere, y muerte de Cruz", a lo que se responde "Por lo cual Dios los exaltó y le dio el Nombre que está sobre todo nombre".
Es costumbre pedir:
El origen de los Monumentos surge de la costumbre de desnudar los alteres el día de Jueves Santo, para purificarlos y limpiarlos. Todo eso implicaba el tener reservada la sagrada Hostia consagrada para el siguiente día. De ahí la necesidad de un sitio digno donde colocarla. Lo que se hacía al principio sólo por necesidad, fue transformado por la piedad de los fieles poco a poco en verdadero culto y adoración a Dios en la Eucaristía.
Se empezó adornando el sagrario; fueron luego multiplicándose las luminarias; vino la costumbre de mirarlo como lugar de exposición del Santísimo, y así se establecieron prolongadas adoraciones de día y de noche. Los Papas alentaron esta devota costumbre concediendo indulgencia plenaria a quien visite los Monumentos del Jueves Santo.
Los monumentos se preparan exclusivamente el Jueves Santo, al término de la Misa "In Coena Domini", que conmemora la institución de la Sagrada Eucaristía y del sacerdocio de la Iglesia. El tabernáculo o sagrario queda vacío en memoria de la muerte de Jesús, y aquí es cuando se hace la reserva del Santísimo Sacramento en los tradicionales Monumentos. De esa forma, desde la noche del Jueves Santo hasta la Misa de Resurrección los sagrarios quedan vacíos en todas las iglesias para simbolizar la crucifixión, muerte y sepultura de Nuestro Señor. Con el paso de los siglos el traslado de la Hostia adquirió un carácter solemne, realizándose de modo procesional, acompañado de cánticos como el "Tantum Ergo", compuesto para la ocasión por Santo Tomás de Aquino.
El Monumento se prepara con mucho cariño y delicadeza, en un ambiente lleno de simbología y dignidad que servirá para reservar el copón donde se ha guardado el Cuerpo de Cristo para que los fieles que asisten a los actos religiosos del Viernes Santo puedan recibir la santa comunión. El Viernes Santo es el único día que la Iglesia no celebra la Eucaristía, por ser el día en que Jesús fue crucificado. Así, al finalizar la misa de la Última Cena del Señor, el sacerdote coloca el copón con las hostias consagradas en el monumento para la adoración de los fieles, que serán repartidas a los fieles el Viernes Santo durante la liturgia de la Adoración de la Cruz y la Oración Universal. Flores, velas, alfombras, terciopelos... todo es poco para adorar y enjoyar al Rey de Reyes.
San Felipe Neri impulsó en Roma la costumbre de visitar los siete Monumentos en la noche de Jueves Santo y en la mañana del día siguiente, como forma de unirse a Jesucristo en su Pasión. Organizó estas visitas a siete históricas iglesias romanas: las cuatro Basílicas principales (San Pedro, Santa María la Mayor, San Pablo Extramuros y San Juan de Letrán), y las iglesias de San Lorenzo, Santa Cruz y San Sebastián.
Esta costumbre se propagó rápidamente por todo mundo católico. Los cabildos en sus catedrales, los presbíteros en sus parroquias, los religiosos y monjes de clausura en sus iglesias, adornan el Monumento para glorificar la Presencia Real de Jesús en la Eucaristía. Para ello decoraban los tabernáculos con la mayor riqueza y esplendor de que son capaces, conjugando el arte, la devoción y el ingenio para cobijar al Rey de Reyes.
En la página web del Opus Dei han realizado un pdf para poder realizar la visita a los Monumentos desde casa. Aquí puedes descargarlo.