Se acerca el Triduo Pascual, el momento más importante de la Semana Santa. La liturgia de estos días expresa con diversos signos y ritos el sentido de lo que se conmemora: la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo. Así, renueva estos misterios de la vida de Cristo para nuestra salvación. A las celebraciones litúrgicas de estos días se les conoce como oficios.
El Triduo Pascual comienza con la Misa vespertina de la Cena del Señor. San Juan recoge en su Evangelio la intimidad que se vivió en el Cenáculo. Expresa vívidamente el amor que desborda el corazón de Cristo; narra, así, hechos que no aparecen en los sinópticos: el lavatorio de los pies y la oración sacerdotal (Jn 13-17). El oficio del Jueves Santo, memoria de la Última Cena, sigue la estructura de la Misa. Durante el Gloria se tocan las campanas, que ya no vuelven a sonar hasta la Vigilia Pascual. Tras la homilía, se realiza el rito del lavatorio de los pies. Al final de la Eucaristía se lleva el Santísimo en procesión hasta el lugar de la Reserva (el llamado monumento). Este no debe asemejarse a un sepulcro, puesto que no es un lugar de muerte, sino de custodia del que vive. Finalmente, se desnuda el altar y se cubren las cruces del templo. Jesús, tras orar en el huerto, es apresado y conducido ante Anás y Caifás. La Iglesia ora ante esta entrega, este sacrificio que cada Misa hace presente.
Por el testimonio de Egeria (siglo IV), conocemos la adoración de la Vera Cruz en Jerusalén el viernes por la mañana. Posteriormente, es acogida en la liturgia papal. En Roma, una reliquia de la Cruz era llevada por un diácono desde la Basílica de Letrán hasta la iglesia de la Santa Cruz. El papa iba descalzo, como signo de humildad. Llegados al altar, el Papa adoraba y besaba la reliquia. Luego, lo hacían los sacerdotes y el pueblo. Esta veneración comenzó en silencio; después, se introdujeron algunos cantos como el Crux fidelis o la antífona Crucem tuam adoramus. Actualmente, el oficio de la Pasión del Señor se inicia con la postración de los sacerdotes antes el altar durante unos instantes, invitando al pueblo a la oración. El oficio consta de tres partes: la liturgia de la Palabra, la adoración de la Cruz y el rito de la Comunión. La ostención de la cruz reviste dos modalidades. Se desvela la cruz de forma progresiva mientras se canta el Ecce lignum crucis. O se lleva la cruz desde el fondo de la iglesia acompañada por el mismo canto. El sacerdote puede descalzarse. Acto seguido se adora la cruz según la costumbre del lugar. Los fieles se acercan y la besan o la veneran mediante una genuflexión. La austeridad predomina hoy en la liturgia.
El silencio del Sábado Santo acompaña al cuerpo de Jesús en el sepulcro. La liturgia de las horas se presenta como la voz de la Esposa que, junto a María, la Madre de Jesús, espera la promesa de la resurrección del Señor. http://arguments.es/wp-content/uploads/liturgia/2017/04/image-2017-04-09-300x179.jpg" alt="resurreccion-van-den-broeck" width="800" height="478" /> La Vigilia Pascual comienza con la bendición del fuego y del cirio fuera de la iglesia, para entrar después en procesión llevando todos los fieles una vela, la luz de Cristo. La liturgia de la Palabra incluye hasta nueve lecturas. Las siete primeras pertenecen al Antiguo Testamento y tras ellas se canta el Gloria, a la par que repican las campanas. Sigue la liturgia con dos lecturas del Nuevo Testamento. Tras la homilía, se procede a la bendición del agua, se renuevan las promesas bautismales y el presbítero asperge al pueblo. Tras este rito viene la liturgia Eucarística. El silencio queda relegado por el gozo y la alegría de la Resurrección. Con su muerte, Cristo ha vencido a la muerte. O mors, ero mors tua (Muerte, yo seré tu muerte).
FUENTES
1) Misal Romano
2) Berlanga, A., “Semana Santa: contemplar a Cristo crucificado y vencedor”, Ecclesia, 8 de abril 2017, pp. 6-7.