En algunos lugares se le conoce como Isabel de Turingia. Es también Patrona de la Tercera Orden Regular de San Francisco y de la Orden Franciscana Secular, de la que formó parte durante los últimos años de su vida, al quedar viuda. Constituye un verdadero ejemplo para todos aquellos que ocupan cargos de mando, ya que ejerció su autoridad como un servicio a la justicia y a la caridad, buscando constantemente el bien común.
Isabel practicaba asiduamente las ">https://www.arguments.es/blogjmj/videos-misericordia-jmj-ya-3/">obras de misericordia: daba de beber y de comer a quien llamaba a su puerta, proporcionaba vestidos, pagaba las deudas, se hacía cargo de los enfermos y enterraba a los muertos. Bajando de su castillo, a menudo iba con sus doncellas a las casas de los pobres, les llevaba pan, carne, harina y otros alimentos.
Benedicto XVI se refirió a ella así durante la audiencia general del 20 de octubre de 2010: “En la figura de santa Isabel vemos que la fe y la amistad con Cristo crean el sentido de la justicia, de la igualdad de todos, de los derechos de los demás, y crean el amor, la caridad. Y de esta caridad nace también la esperanza, la certeza de que Cristo nos ama y de que el amor de Cristo nos espera y así nos hace capaces de imitar a Cristo y de ver a Cristo en los demás. Santa Isabel nos invita a redescubrir a Cristo, a amarlo, a tener fe y de este modo a encontrar la verdadera justicia y el amor, así como la alegría de que un día estaremos inmersos en el amor divino, en el gozo de la eternidad con Dios”. https://www.youtube.com/watch?v=U2KXQ-4vFTo Audiencia general de Benedicto XVI, 20 de octubre de 2010, texto completo
Oh Dios misericordioso, alumbra los corazones de tus fieles; y por las súplicas gloriosas de Santa Isabel, haz que despreciemos las prosperidades mundanales, y gocemos siempre de la celestial consolación. Oh dulce Isabel, tú que superaste el sufrimiento con el gozo de elevar himnos a Dios, infunde en nosotros tu espíritu de paciencia ante la adversidad. Concédenos el don de saber perdonar. Líbranos de las pasiones dañinas, de manera que podamos seguir sirviendo al Señor con todo el corazón, con toda el alma, con todas las fuerzas. Amén.