Hoy celebramos el #StarWarsDay. Queremos aprovechar la ocasión para recordarte algunas claves para no dejarte arrastra al lado oscuro y llenar el mundo de luz.
Recuerda caballero Jedi: la Confesión (y los actos de contrición cuando no se puede recibir el sacramento como ahora por el confinamiento) ¡lo arreglan y solucionan TODO!
¿Y cuál es la fuente de la gracia? Los sacramentos.
Esa tiene que ser nuestra actitud en la lucha, ante la tentación, hay que pelear con determinación, no se puede ir a medias, porque entonces el reverso tenebroso (la pereza, la sensualidad, vanidad, soberbia, envidia...) nos acabará seduciendo al lado oscuro.
Es decir, ¡adiós! (o sea, ve con Dios). No te olvides de que eres hijo suyo, de que Dios siempre va contigo. Lleva el amor de Dios allí donde vayas.
Los cristianos tenemos a la Virgen, cuando todo parezca perdido, invoca a María.
Nuestra arma poderosa, nuestra espada láser, es la oración del rosario. Y como estamos en modo majo, te dejamos 8 trucos para rezarlo sin distraerse (y un bonus por si te distraes ).
El demonio siempre nos tienta así, nos intenta engañar haciéndonos pensar que seremos más felices si le damos la espalda a Dios. Y cuando le hacemos caso y pecamos, nos damos cuenta una vez más de que no es así; que el pecado solo lleva a la tristeza y al vacío interior.
La Esperanza es una de las tres virtudes teologales por algo. Basta que pensemos que algo es imposible para que ni siquiera lo intentemos; total, ¿para qué malgastar fuerzas en algo que no voy a conseguir? El desánimo nos paraliza. El catecismo de la Iglesia Católica nos dice que “la esperanza es la virtud teologal por la que aspiramos al Reino de los cielos y a la vida eterna como felicidad nuestra, poniendo nuestra confianza en las promesas de Cristo y apoyándonos no en nuestras fuerzas, sino en los auxilios de la gracia del Espíritu Santo” (Catecismo de la Iglesia católica, 1817).
Es decir, confiamos en que Dios es fiel a su Palabra; en que podemos alcanzar la santidad, si le dejamos a Dios que actúe en nuestra alma. Dicho de otro modo: "Si Dios está conmigo, quién contra mí" (Romanos, 8:31). Hay que añadir siempre a Dios en nuestro batallón.
Y además, gracias a la Comunión de los Santos, nos llega la oración de mucha gente... Así que, ¡solos, nunca!
El pasado ya pasó, y el futuro no sabemos si llegará. Lo único que tenemos es el tiempo presente para amar. Muchas veces nos cansamos solo de pensar o imaginar cosas que luego igual ni ocurren, y para las que no tenemos la gracia de Dios para afrontarlas todavía. Porque la gracia de Dios actúa en el presente, en el hoy y ahora. Así que ¡carpe diem!
Dios no nos pide imposibles; nos pide solo aquello que podemos darle, y de lo demás, se encarga Él. Solo tenemos que pedírselo con confianza. Así que, ¿te preocupa algo? ¿Piensas que no puedes? ¡REZA!
¡Cuántas veces nos da miedo que Dios nos pida algo que no queremos darle, y nos alejamos de Él...! ¡Cuántas veces nos aferramos a cosas, planes, personas... pensando que eso nos da la felicidad, y cuando los tenemos nos sentimos vacíos! ¡Cuántas veces se nos olvida que solo Dios es capaz de colmar por entero nuestro corazón, y que con Él, no tenemos que tener miedo a nada!
A veces vemos la realidad solo en dos dimensiones, plana, pegada al suelo; y se nos olvida la más importante: la altura, la mirada desde la fe, que nos da perspectiva y volumen. Para ver las cosas así, con visión sobrenatural, hace falta rezar; hablar con el Señor de lo que llevamos en el corazón y preguntarle, ¿y Tú, cómo lo ves; qué piensas de esto; qué hago?
¿No sabes cómo rezar? Abre el Evangelio y deja que el Espíritu Santo haga el resto... Te dejamos unos cuantos ejemplos para ir empezando.
¿Y cuál es la guía para no caer en el lado oscuro y dejarnos guiar por la luz? ¡Los Mandamientos!
La fe es un don inmerecido de Dios. Pero una vez recibida, podemos cuidarla y fortalecerla. ¿Cómo? Haciendo actos de fe; estudiando y profundizando en las verdades que creemos; y por supuesto, pidiéndole al Señor que nos la aumente. Por eso es importante la formación. La fe es un don inmerecido de Dios. Pero una vez recibida, podemos cuidarla y fortalecerla. ¿Cómo? Haciendo actos de fe profundizando en las verdades que creemos y por supuesto, viviéndola. Por eso es importante seguir formándonos:
Nos vemos peleando contra el lado oscuro.