La cultura actual nos presenta modelos de ser centrados en las emociones y las pasiones que llevan a felicidades utópicas e irreales. El placer físico es el máximo dominio de un amor animal que no sabe querer a fondo, incapaz de compromiso.
El ideal femenino ha cambiado. El hombre se encuentra que ya no es cabeza de familia, ella no necesita ser protegida, ser cuidada, ya no es dócil, ella puede, puede más. Adán y Eva se buscan pero no se encuentran en su jardín del Edén.
Por esta razón, hoy más que nunca, es necesario que la voz de la mujer real, desde su visión maternal del mundo, se oiga también. Una nueva revolución es necesaria: la mujer y el hombre necesitan reencontrarse a sí mismos aceptando sus diferencias en un contexto de cambios profundos. Hombres y mujeres, con una personalidad madura, capaces de integrar cualidades femeninas y masculinas.
Hombres y mujeres de nuestro tiempo debemos hacer que no se olvide que la verdadera fuerza de la mujer no es el grito ni el dominio, sino el desarrollo de todos sus talentos, y el respeto mutuo fundado en el amor.
Una revolución ha sido necesaria para que el talento de la mujer salga a la luz y merezca también ser protegido, cultivado y valorado. Mucho les debemos a las mujeres que rompieron barreras y se hicieron valer.
“He perdido a mi familia por mi dureza” confesaba una ingeniera en medio de un mar de lágrimas. Una madre estupenda que sin darse cuenta quizás trasladó los esquemas del trabajo a su familia, y vió que había exigido demasiado. Y es verdad, ahora más que nunca hay que ser una mujer dura, inteligente, desafiante si es preciso, una mujer autónoma, independiente, decidida, genio y figura, ella tiene el control de su vida, nadie le puede parar.
Y así, casi sin darnos cuenta, el hombre se encuentra que ya no es tan necesario, ella no necesita ser protegida, ser cuidada, ella puede, puede más. O es él, el que no se encuentra, quedó anclado en su adolescencia esperando todo de ella y sin encontrarlo, y en algún momento cayó en los brazos de otra mujer sola dispuesta a admirarle y cuidarle más. Muchos hombres y mujeres, de forma natural quieren vivir la vida bien, con paz en sus familias, y sin embargo se encuentran defraudados; por alguna razón rotos, solos y sufriendo; y con ellos, los hijos, en medio de una vida en difícil equilibrio.
Somos muchas las personas que no nos identificamos con los modelos de hombre y mujer que nos imponen los medios de comunicación, la legislación y la política, confundiendo la consciencia de nuestra identidad y a las futuras generaciones.
Por eso les decimos a los hombres: no tengáis miedo a la mujer de hoy. Ella necesita, en su poderío y libertad recién estrenada, que el hombre se recupere a sí mismo y se implique a fondo, y luche por la defensa de su dignidad como mujer y madre, y con ella, a los hijos.
A las mujeres les animamos a desarrollar todos su talentos con libertad, sin despreciar su configuración más íntima como mujer y madre. Aunque su talento sea desplegado de manera diversa según su misión, la maternidad es el talento precioso de la mujer que en el Siglo XXI se pierde y desorienta en la cultura del individualismo, del éxito y la autoafirmación.Nuestro eco está inspirado por Jutta Burggraf y fundamentado en los escritos de Juan Pablo II, Benedicto XVI y el Papa Francisco, sobre la mujer. Queremos recuperar nuestra identidad, la de hombres y mujeres que siendo diferentes, somos iguales en dignidad, y juntos, nos enriquecemos, complementamos y llegamos más lejos.