El universo en una Cruz. Y te preguntarás, ¿qué tiene que ver la cruz, con los volcanes, las danas, los terremotos, tsunamis, epidemias, enfermedades raras? … y te diré que es "todo". La tierra se revuelve y cruje, está enferma, agoniza por las injusticias y abusos de los hombres y las mujeres. Y en la cruz está Jesús; en Él se resumen los mismos hombres, mujeres y niños que sufren y agonizan de dolor por nuestro abandono, violencia, avaricia, vanidad, extorsión y abuso. Jesús en la cruz es Cristo, el hombre inocente como un bebé, crucificado y traspasado por la mano del mismo hombre.
Así Cristo, respira, llora, y se angustia en los pobres y los sencillos de corazón, los mansos que aceptan, los enfermos que padecen, los perseguidos y refugiados que lloran, los que dicen la verdad, los inocentes... En ellos vive Cristo. Por ellos gime y llora el mundo entero, porque en Cristo, en Él todo es uno, y Él es todo. Cristo, es el hombre, imagen del mismo y único Dios; Él es forma y visión divina, sin principio ni fin, todo vida y verdad; único Señor y rey de todo lo creado; dueño de una nueva primavera, que vendrá tras la reconciliación y la justicia que ya se ha consumado para todos los tiempos, de una vez por todas. La gran deuda ya ha sido pagada, pagada del todo y por el todo. Sólo Dios mismo podría saldar semejante deuda. Sólo por eso tuvo que hacerse hombre y hermano nuestro. Así de sencillo es; sólo nos pide tres cosas: rendirse, pedir perdón, y alabar. Ponerse a los pies de Cristo, ofrecernos con Él en su cruz, y cantar con alegría y gritos de alabanza que una nueva primavera va a llegar. La nueva primavera viene de la mano de María, que es esencialmente la madre del Rey, y por tanto también Reina. Bajo su amparo nos preparamos y esperamos que con Jesús, todo florezca a nuestro alrededor.