[:es] http://www.arguments.es/wp-content/uploads/mujer/2020/12/Francisco-Crosas-cultura-1024x768.jpg" alt="" width="500" height="375" /> Francisco Crosas López es catedrático de Literatura en la Facultad de Humanidades de Toledo. Su investigación se ha centrado en la tradición clásica en la Edad Media y el Siglo de Oro y en la edición crítica de textos del mismo periodo.
Si hablamos de la persona culta, efectivamente hay que distinguirla de la persona erudita, ilustrada, informada. La cultura deja poso, configura una forma mentis, acrecienta nuestra sensibilidad artística, amplía nuestros horizontes intelectuales y vitales. No podemos confundir al estudioso o acedémico con el hombre culto. Y hay una dimensión ética inapelable: quién es culto, se ha hecho mejor de alguna manera, adquiere una sabiduría moral. Por eso podemos afirmar sin temor que personajes como Goering -que coleccionaba compulsivamente obras de arte- no era culto en absoluto. La persona culta no es un consumidor, sino un contemplativo. Por eso (al menos hasta en siglo XX en Occidente) se podía ser culto siendo ágrafo.
Por oficio (estudio la Literatura medieval y la del Siglo de Oro) leo lo que haga falta. De resto, leo por deleite y descanso. De autores españoles contemporáneos (¿de 1975 hasta ahora?) sólo destacaría a José Jiménez Lozano, recién fallecido. Y, en concreto, sus relatos breves y sus novelas. Habitualmente, leo novela extranjera. Como poetas, lo son de muchos quilates Gabriel Insausti y Carmelo Guillén.Y no me arriesgo más, pues hay autores con algún libro que destaca, en medio de un corpus desigual y menos interesante. Son varios los que no tienen más de una obra que valga realmente la pena. Sólo hablo de libros que me gustan. No practico la crítica negativa. Lo más honrado que se puede hacer con un libro mediocre o que no te ha gustado (son cosas distintas) es no hablar de él.
¿Los universitarios? ¿Todos? Es una generalización peligrosa. Puedo hablar sólo de los que han sido alumnos míos en Pamplona, San Sebastián y Toledo; respectivamente, alumnos de Filología, de Ingeniería y de Humanidades. A todos les profeso afecto y gratitud. No obstante, he echado de menos con frecuencia espíritu crítico, pensamiento propio y curiosidad intelectual. He onocido muchos jóvenes “viejos”, sin entusiasmo, sin obetivos en la vida, precozmente desengañados o escépticos. Son los tiempos…
Leer, escuchar (no oír) buena música y contemplar cuadros y esculturas bellos. ¿Cómo guiarse en este océano inabarcable? El consejo de quienes nos conocen y nos quieren y tienen algo que aportarnos. Soy enemigo de los “experimentos” y también de los cánones o listas de “obligada” lectura para ser un hombre culto. Para mí sólo hay un libro imprescindible: la Biblia; de resto, ancha es Castilla. Mientras vivió, mi principal asesora literaria fue mi madre.
No soy un gran lector; puestos a calificar, me consideraría un lector medio o mediano. No llevo la cuenta de lo que leo. Sin duda, mis escritores favoritos son los autores centroeuropeos de entreguerras: Joseph Roth, Franz Werfel, Stefan Zweig, etc. En las dos últimas décadas he descubierto la obra de Sandor Márai y la de Iréne Nemirovski, felizmente rescatados por Salamandra. De Nemirovsky he leído todo lo traducido al español y no le he encontrado ninguna quiebra. Dura, pero su vida lo fue y la de Europa en el siglo XX es trágica, se mire por donde se mire. Y el dolor es artísticamente productivo. Soy también aficionado a la novela inglesa del XIX. Y tengo debilidad por los rusos…
Sin duda, la música, a la que soy tan solo un aficionado cateto. Pero tiene un poder arrebatador y catártico mayor que el de las demás artes bellas. Mi compositor favorito -aunque resulte poco original invocarlo- es Bach. No tiene fisuras. Obras como la Misa en Si Menor o la Ofrenda Musical son cumbres de la Humanidad, que me reconcilian con el hombre y el mundo. *Entrevista realizada por Miriam Lafuente. [:]