[:es]
">https://www.facebook.com/pg/siviavinaoartista/posts/">Silvia Viñao nace en Murcia con una vocación artística muy temprana. Se doctora en Bellas Artes por la Universidad de Granada desde 2011. En la actualidad cuenta con una extensa cantidad de exposiciones individuales y colectivas, en el ámbito nacional e internacional. De entre ellas, como ejemplo, podemos destacar la vídeo-instalación colectiva realizada en The Gabarrón Foundation de Nueva York en 2009 o la exposición individual de pintura realizada en el MUA (Museo de la Universidad de Alicante) 2011. La pintora es consciente de que el ser humano es muy pequeño al lado de la majestuosidad de la naturaleza, lo que le confiere un sentido de humildad respecto a algo que debemos cuidar pues sin ella no somos nadie. Alejada del ruido de la ciudad, en el monte, tocando los troncos de los árboles, ella encuentra lo más profundo de sí, “algo” le toca el alma y se recarga de la energía suficiente para dedicarse para lo que nació, pintar. Podría dedicarse a otra cosa pero no sería nunca lo suyo, es una pintora. Sus últimas creaciones son collages que ella mismo fabrica con hilo y aguja. Cose botones en los lienzos y cualquier otro material susceptible de ser cosido en un lienzo. El resultado es simplemente bello: arte textil. (Puedes echar un vistazo de sus obras en su web) Miriam Lafuente Soler la entrevista y conversa con ella a cerca del arte, la naturaleza la belleza y la mirada.
Nos estamos cargando el planeta, el mar está lleno de plástico. Nuestros mares sin vida dentro solo son agua salada, hay que cuidar la vida marina. En Murcia, mi tierra, tenemos un lugar único en Europa, con un ecosistema único. De niña me bañaba en el mar Menor y había caballitos de mar, cangrejos y todo tipo de peces y algas. Luego cada vez menos peces y más medusas, cada vez más el agua se volvía más turbia, hace un mes miles de peces muertos. Siento impotencia y mucha tristeza. El hombre moderno ha perdido la paz, y muchos valores.
"No solo de pan vive el hombre", es una frase que me encanta. No podemos producir y consumir, trabajar y trabajar sin sentido. Hay algo más y a cada uno toca descubrirlo. Lo que me relaja a mí es ir a la naturaleza, conozco mucho el Norte de España, muy verde, distinto al de Murcia, mi tierra. Me gustan mucho los paisajes áridos de las montañas de la región murciana, pero no me circunscribo a un tipo de paisaje. En mi obra reflejo la naturaleza porque es allí donde yo me encuentro, me descubro, me lleno de energía, de paz.
Siempre me gustó ir a la naturaleza es como volver a mi hogar, mis raíces. La naturaleza es un bálsamo que me repone del estrés del mundo, de la ciudad. Ir a la naturaleza es siempre un volver, un salir del mundo artificial. Las personas necesitamos crecer, nutrirnos, contemplar el arte o una inmersión en la naturaleza ejerce ese beneficio en nosotros, el de alimentar el alma. A la hora de contemplar arte, ocurre como con la naturaleza, hay que huir de la prisa. Si hacemos turismo y vamos a ver museos en una ciudad nueva, no hay que ver todo deprisa y corriendo, es mejor ver pocos y con calma. El arte no se puede ver con prisas.
Yo plasmo mis vivencias, y la naturaleza forma parte de mi vida, me encanta escapar de la ciudad e irme a casas rurales a hacer senderismo. Después de quince años pintando paisajes retomé la figura humana, y ahora realizo collages cosidos. No me ato a ningún tema en concreto, como tampoco a ninguna técnica o material. Yo voy por emociones, momentos, instantes...el arte es muy emocional e intuitivo, te llega cuando menos te lo esperas.
Para mí el arte y belleza no siempre coinciden, porque lo que a uno le agrada a otro no. Hay que educar la mirada. Vivimos inmersos en una sobreestimulación de imágenes que no siempre son de buen gusto. El gusto va educando, la mirada va educada para saber reconocer la belleza. La belleza es algo que te transporta, te eleva, te lleva más allá, relaja y te sitúa en una frecuencia más alta. Y no te quieres ir, no te puedes despegar de aquello que te provoca emoción, te hace sentir mejor. Esas sensaciones provocan la belleza, hay que experimentarlo.
Me ha ocurrido estar mirando un cuadro y no poder apartarme de él. Recuerdo en Londres, en la national Galley estar delante de el cartón de un cuadro de leonardo Da Vinci, Santa Ana, la Virgen y el niño y sentir una atracción a modo de imán, que me impedía apartarme de tan inmensa obra de arte. Es una obra que Leonardo empezó en 1503 y tardó 20 años en acabarla. En los cartones aparece Juan Bautista pero en la final se cambió por el cordero. Ese cartón del quedé quedé prendada está considerado una de las primeras composiciones que el pintor hizo del cuadro. La sonrisa de Ana recuerda a la de la Gioconda, inclinada hacia la derecha, mirando a María, su hija. Es un cuadro que inspiraría a otros artistas del renacimiento, Rafael o Tintoretto.
[:]
