"¿Qué puedo hacer yo?" es el aguijón permanente que nos lleva tantas veces a apagar el telediario al escuchar las voces de mujeres que lloran, gritan de rabia o de miedo, y nos inundan de angustia desde la pantalla. Muchas veces es tal la impotencia del "¿y qué puedo hacer yo?" que resulta fácil caer en la respuesta más sencilla: puedo ser una buena persona con los míos, en mi casa, en mi trabajo, con mis amigas y amigos. Pero es hora de despertar. Nos ha llegado la hora de ser conscientes de la fragilidad del corazón, la necesidad emocional y el deseo de afecto de nuestras hijas, amigas, alumnas y vecinas. Éste es el primer paso para entrar en la cadena de la dependencia, el abuso, esclavitud sexual en menor o mayor escala. Ya no es una cuestión marginal, propia de la pobreza, la inmigración, todas ellas son manifestaciones de violencia sexual más graves aún, que nosotros mismos hemos normalizado, y quizás, consentido siendo cómplices indirectos o inconscientes en determinados patrones de comportamiento en nuestras relaciones y en el consumo.
Es hora de despertar, de dedicar más atención. El primer, segundo o tercer eslabón de la cadena de la víctima y del culpable está ya en las aulas de tu colegio y de tu Universidad. Así lo cuenta Alejandra Acosta en ">https://www.youtube.com/watch?v=xjaBiEGxBQI">La esclavitud que nos rodea (TED Talk x Youth Madrid).
Alejandra Acosta es una referencia para los jóvenes que quieren cambiar el mundo del siglo XXI. Con compromiso, con estudio, con valentía y determinación, se enfrenta al público y a la cámara aportando datos, historias y determinación.
Sí podemos hacer algo al alcance de la mano, romper el silencio no sólo para gritar odiar y protestar, sino para llevar a cabo la verdadera revolución de construir con obras como ha hecho Alejandra. En su propia aula, en la Universidad Complutense de Madrid nació el proyecto Break the Silence. Con 22 años Alejandra ha demostrado que todos podemos cambiar un poco más el mundo en la buena dirección. Comencemos hoy escuchando su testimonio y difundiéndolo. Si tomamos más conciencia, nuestras convicciones pueden también convertirse en nuevas iniciativas para derrotar la violencia con mucha paz.
