">https://www.arguments.es/wp-content/uploads/culturadelavida/2013/10/20131018-070802.jpg"> El pasado martes, en España, Carlos Salvador, diputado de UPN, presentó en el Congreso una iniciativa a favor de mostrar ecografías a las mujeres, antes de que decidan someterse a un aborto. Aunque algunos políticos la hayan tildado de “absoluta barbaridad y completo despropósito”, no es la primera vez que se intenta sacar adelante una proposición como ésta.
En Estados Unidos, ya son más de siete los Estados que han promulgado leyes por las que se debe ofrecer a las gestantes toda la información necesaria –incluida la ecografía- para garantizar una decisión firme y libre con respecto al aborto. En Norteamérica, las personas a favor de la interrupción del embarazo se hacen llamar prochoice; esto es, pro-elección. El término resulta paradójico pues, para que haya una elección, tiene que haber información previa. Y esto es algo que se niega en las clínicas abortistas al oponerse a mostrar imágenes de los nasciturus.
Además del counceling o asesoramiento, uno de los servicios gratuitos que ofrecemos a las mujeres que se acercan a nuestra asociación son las ecografías. Hace unos días, Claudia –nombre ficticio para preservar su intimidad-, una chica afroamericana de 23 años, llegó a la oficina acompañada por una amiga. Quería someterse a un aborto. Estuvimos hablando y me contó que éste era su segundo embarazo: hace dos años, decidió poner fin a la vida de su primer hijo. Le pregunté cómo se sintió después de un episodio duro como ese y me dijo que le había costado mucho superarlo. Aún no lo había olvidado. Cuando quise ponerle un vídeo en el que se explican el proceso y las posibles consecuencias del aborto, me dijo que no quería recordar la experiencia traumática que había tenido años atrás. A pesar de todo lo que había vivido, rechazó los argumentos y alternativas que le planteé. Había tomado una decisión y la iba a llevar a término.
Antes de despedirnos, le ofrecí la opción de hacerse una ecografía. Mientras la doctora preparaba la máquina, nos dijo que le haría ilusión que el bebé fuera un chico. Todavía quedaba una pequeña posibilidad de salvar a ambos. Cuando vio a su hijo en la pantalla y escuchó el latido de su corazón, empezó a llorar de alegría. Estaba de siete semanas. Tumbada en la camilla, llamó a su novio y le dijo que iban a tener un niño.
Al igual que muchas otras chicas, Claudia llegó a nuestra oficina con la intención de abortar. Gracias a la información que asociaciones como ésta ponen a disposición de las madres, la mayoría de ellas se replantean su decisión y siguen adelante con el embarazo. Ese día, lejos de considerar la ecografía como una “barbaridad y un despropósito”, Claudia vio en la imagen de su hijo un resquicio de esperanza.