Hace poco conocimos las historias de dos niñas que sorprendieron a todo el mundo, pero sobre todo a sus padres. Taylor Smith, de 12 años, falleció este 5 de enero a causa de una neumonía, pero un año antes dejó escrita una carta para que ella misma la abriera 10 años más tarde. En la carta se obligaba a sí misma a rezar y a darse cuenta de lo que Jesús había hecho por ella. Su padre afirma que ha sido ella quien le ha enseñado cómo se ama Dios. La otra historia es la de una niña, hija de un padre agnóstico y una madre atea, que hace unos meses comunicó a sus padres su intención de bautizarse y vivir plenamente la fe católica. La sorpresa de los padres fue inmensa y aunque siguen sin creer, su hija les ha obligado a volver a reflexionar sobre sus creencias. Muchas veces creemos que los niños solo tienen fe si sus padres también la tienen, que los padres son los encargados de catequizar a los hijos cuando estos son pequeños y no al revés, que los niños siempre tendrán una fe más sencilla y menos firme que la de sus padres. Sin embargo a veces ocurre lo contrario. La fe es un don de Dios. Requiere de nuestra libertad y no la anula, pero tiene más que ver con la acción del Espíritu Santo que con la lógica humana. Y algunas veces pasa esto, que la fe va de hijos a padres. Aquí teneis el enlace de las dos historias: http://jovenescatolicos.es/2014/01/15/una-nina-muere-dejando-una-carta-a-si-misma-llena-de-amor-a-jesus-que-debia-abrir-10-anos-despues/ http://www.religionenlibertad.com/articulo.asp?idarticulo=33410