Pablo España es un chico de 26 años. Estaba harto de fingir, de no ser quién de verdad era. Fue creando un personaje y escondiéndose tras las corazas que se iba poniendo por miedo e inseguridad, fruto de una autoestima más bin baja. Vivía atrapado bajo el caparazón de las apariencias, del todo va bien, del soy feliz, yo controlo y voy a salvar el mundo porque lo puedo todo; pero no era feliz, estaba vacío porque vivía en una farsa que cada vez le angustiaba más. Los domingos se enfrentaba con esa realidad de huída de sí mismo: huída laboral, huída mendigando amor, huída con salidas, alcohol, fiestas... Y le asaltaba en su interior la pregunta: ¿por qué huyes, por qué eres así? Tenía miedo del qué dirán, del qué pensarán los demás, del quedar bien... y eso es una gran esclavitud. Pablo no era libre, porque Pablo no estaba siendo Pablo.
Fruto de ese miedo, de no controlar, de estar triste, acudió a las personas que le querían desinteresadamente: su familia. Y ahí empezó el camino en el que está: el de la verdad sobre sí mismo, la verdad sobre los demás y la verdad sobre las cosas. Le daba vergüenza afrontar la realidad. No quería ser consciente, porque vivía más cómodamente en la inconsciencia. Pero Pablo tuvo la suerte de que su conciencia le decía que así no podía seguir, que eso no le hacía feliz, que ése no era él. Intentaba acallarla bebiendo y saliendo de fiesta, para no pensar, para no quedarse a solas con él. Hasta que se dio cuenta, gracias a su familia, de que lo había estado buscando toda la vida, no era lo que le daba paz ni le ayudaba a disfrutar de la belleza de las pequeñas cosas del día a día.
Un 26 de diciembre Pablo toca fondo. En su desesperación, coge el coche y se va a casa de un familiar suyo a las 6.00 de la mañana llorando desconsoladamente. Este familiar, tras darle un abrazo, le dice: "Llevo esperando este momento desde años. ¡Enhorabuena porque aquí comienza tu nueva vida, tu renacer! Aquí comienza quién eres de verdad, y gracias a que has tocado fondo, podrás entenderlo". Y empezó a ser él mismo, a no ser un personaje, a no aparentar; a ser simple y llanamente: Pablo España. Y empezó a amar. A amarse a sí mismo, a amar a los demás, y a amar a Dios. El amor entendido como amor, porque el amor es un trabajo. "El amor es: trabajo, trabajo y amor".
Ahora sigue teniendo sus momentos, porque todos somos imperfectos. Pero de la imperfección sale nuestra belleza. Y empezó a hacer cosas que le gustaban, y a decir que no: no puedo, no sé, no llego... Ya no quería salvar el mundo, quería salvarse él. Porque para poder ayudar a los demás, primero uno tiene que estar bien. Empezó a leer, a pasear, a hacer deporte, a conversar de verdad con sus amigos y con su familia, a conocerlos. Empezó a vivir. Empezó a ser Pablo. Y empezó a disfrutar. "Mi padrino me preguntó: ¿por qué quieres cambiar, por qué quieres quitarte tu armadura? A mí me salió del alma: porque quiero llegar a ser un buen padre de familia". (...) "La familia es lo que necesita hoy en día la sociedad. Al final, vende tu reloj y disfruta del tiempo con las personas; y ¡cómprate vida! Cada día hay que recomenzar. Estamos llamados a tener una vida lograda. Y yo vendí mi reloj para comprarme un despertador".
