Una vez mi hermano, que es agnóstico, me dijo que se acababa de confirmar su "agnosticismo" porque habló con varias amigas católicas y les preguntó la razón por las que ellas querían ser buenas y hacer buenos actos. La respuesta de todas: "para ir al cielo"; "para ganarme el cielo". Este tipo de frases las suelo escuchar frecuentemente y me choca de la misma manera que le chocó a mi hermano. Él pensaba: "Entonces es un amor egoísta , porque haces cosas buenas por la recompensa que obtendrás". Y creo que tiene toda la razón.
Hay un poema que me encanta que dice: "No me mueve, mi Dios, para quererte el cielo que me tienes prometido, ni me mueve el infierno tan temido para dejar por eso de ofenderte. Tú me mueves, Señor, muéveme el verte clavado en una cruz y escarnecido, muéveme ver tu cuerpo tan herido, muévenme tus afrentas y tu muerte. Muéveme, en fin, tu amor, y en tal manera, que aunque no hubiera cielo, yo te amara, y aunque no hubiera infierno, te temiera. No me tienes que dar porque te quiera, pues aunque lo que espero no esperara, lo mismo que te quiero te quisiera."
Al final, cuando experimentas el amor tan grande que Dios te tiene, no tienes otra opción que querer amarle y corresponderle. Y además, quieres que los demás conozcan a ese Padre tan bueno que los ama con locura. Como católica, entonces, el fin de hacer el bien, no es lo que yo voy a ganar (eso es algo secundario), sino amar y hacer felices a los demás para que puedan experimentar a través de nosotros (que somos súper pequeñitos) el Amor inmenso que Dios nos tiene. Como dijo la Madre Teresa de Calcuta: "Un corazón lleno de alegría es el resultado de un corazón que arde de amor. Nuestra alegría debe venir del hecho que la gente que nos rodea ha experimentado el amor que Dios les tiene, a través de nuestro servicio. Dios ama al mundo a través de ti y de mí". Autora: Daniela Faour Imágenes: Cathopic
