Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. La unidad de la Persona: el
ser Cristo - 2. La unidad psicológica de
Cristo - 3. Algunos aspectos de la
unidad personal de Cristo
3. Qué se entiende por unión hipostática

Por la unión hipostática, la naturaleza humana de Jesús, que es perfecta, está unida a la persona del Verbo de forma que existe en virtud del ser divino del Verbo. Dicho de otra forma, la naturaleza humana de Cristo no subsiste con subsistencia propia, sino que subsiste en la Persona del Verbo y, por estar unida a El sustancialmente, le confiere al Verbo el que sea hombre en toda la radicalidad de la expresión. El Verbo es hombre, precisamente porque subsiste en su naturaleza humana, comunicándole “su propio modo personal de existir en la Trinidad” *.
Por esa razón, la Persona del Verbo responde de las acciones y pasiones de su naturaleza humana, ya que es el sujeto de esas acciones. Al mismo tiempo, el hecho de que el Verbo comunique su propio modo de existir a la naturaleza humana de Cristo, hace que esta naturaleza humana sea persona en la Persona del Verbo, pues recibe de ella su subsistencia. Como ya hiciera notar Leoncio de Bizancio, la naturaleza humana de Cristo no es an-hipóstaton, no carece de personalidad, sino que está hipostasiada en la Persona del Verbo. La no subsistencia en sí misma, sino en la Persona del Verbo, es la razón por la que la humanidad de Cristo —que es completa— no es persona humana, sino que está personalizada, enhipóstaton, es decir, está hipostasiada en la Persona del Verbo.
La unión hipostática es, pues, una unión que no tiene equivalente en el ámbito de nuestra experiencia: humanidad y divinidad permanecen en Cristo como sustancias distintas, pero constituyen un solo supósito, una sola persona. La unión es estrechísima, pues la persona del Verbo se expresa a través de su naturaleza humana con la misma intimidad con que la persona humana se expresa a través de su propia naturaleza: las acciones de Cristo, el nacer y el morir por ejemplo, son acciones del Verbo.