Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. La unidad de la Persona: el
ser Cristo - 2. La unidad psicológica de
Cristo - 3. Algunos aspectos de la
unidad personal de Cristo
Síntesis de contenido

La cuestión nos ha salido ya al paso, al estudiar el Concilio de Éfeso. Allí se decía que Santa María es Madre de Dios, aunque, como es obvio, sólo ha engendrado la humanidad del Señor. La razón de fondo es que las relaciones de paternidad y filiación son relaciones de la persona. Nos preguntamos ahora por la filiación de Jesús a Dios Padre, y lo hacemos describiendo una herejía de muy corta duración que tuvo lugar en España en el siglo VIII: el adopcionismo de Elipando de Toledo y Félix de Urgel.
La unicidad de persona en Cristo exige confesar la unicidad de su filiación al Padre. La filiación de Cristo al Padre es relación de la persona, y por esta razón no puede haber más que una relación de filiación, ya que en Cristo no hay más que una sola persona. Es absurdo considerar que es hijo adoptivo aquel que ya es hijo por naturaleza. Este extremo quedó puntualizado en el rechazo del adopcionismo de Elipando y Féix.
La unicidad de persona en Cristo lleva consigo, además, que se atribuya al mismo sujeto lo que corresponde a cada una de las naturalezas. Esto exige aplicar con justeza la comunicación de idiomas, atribuyendo a la persona lo que es propio de la persona, atribuyéndole también lo que es propio de cada naturaleza, pero sin atribuir a una naturaleza lo que es propio de la otra, pues la unión tiene lugar en la persona, no en las naturalezas.