Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. La mediación de Cristo
- Síntesis
- 1. Existencia y naturaleza de la mediación en Cristo
- 2. Los tria munera Christi o las tres ministerios del Mediador
- 3. El ministerio regio o pastoral de Cristo
- 4. Índole y ejercicio de la realeza de Cristo
- 5. Cristo, supremo legislador y juez
- 6. El ministerio profético de Cristo
- 7. El Magisterio de Cristo
- 2. El ministerio sacerdotal de
Cristo
4. Índole y ejercicio de la realeza de Cristo

Afirmar que Jesús es Rey no es, pues, una metáfora ni la atribución de un mero título de honor. La realeza de Cristo es una auténtica realidad, radicada en su condición de Dios-Hombre. Su realeza se fundamenta la unión hipostática. Cristo recapitula en el universo, porque todo procede de Él y está hecho para Él. Él tiene el Primado de toda la creación (cf. Col 1, 15-20). Cristo es Rey también por derecho adquirido, pues Él es el Redentor. Hemos sido rescatados a un gran precio (Cf 1 Co 6,20), no con algo caduco, oro o plata, sino con la sangre de Cristo, preciosa como de Cordero sin tacha y sin mancilla (1 P 1,18-19).
Este Reino, que es el Reino de Dios, es un Reino que no es de este mundo (Jn 18,36); un Reino que es el Reino de los cielos (Mt 5,20; 7,21); un Reino esencialmente espiritual, interior al hombre: el Reino de Dios está dentro de vosotros (Lc 17,21); pero, en cuanto formado por hombres, es también una realidad visible, un pueblo: es la Iglesia, que camina sobre la tierra hacia la plenitud escatológica del Reino al final de la historia.
La naturaleza eminentemente espiritual y sobrenatural del Reino hace que el reinar de Cristo sea servir: Yo estoy en medio de vosotros —dice el Señor a los Apóstoles— como el que sirve (Lc 22, 27), porque el Hijo del hombre no ha venido a ser servido, sino a servir y a dar su vida como rescate por muchos (Mt 20,28). Precisamente por esto, Jesús prefiere presentarse a los suyos más como Pastor que como Rey: Yo soy el buen pastor. El buen pastor da su vida por las ovejas (Jn 10,11).
He aquí el reinar de Cristo: dar la vida para constituir el nuevo pueblo de Dios que vive la misma vida suya, formando así un "Reino de santidad y de gracia, un reino de justicia, de amor y de paz"*: El Reino como Reino de Justicia está anunciado sobre todo en las Bienaventuranzas (Cf Mt 5,3-12; Lc 6,20-23).
Por eso, ser Rey es, en Cristo Jesús, lo mismo que ser Salvador: estar bajo el reino de Cristo es ser salvo, mientras que rechazar su reino —como aquellos de la parábola: no queremos que ése reine sobre nosotros (Lc19,14)— es perderse: es rechazar la salvación.
El Reino de Cristo es universal; abraza todo lo creado. Sin embargo, este Reino se instaura poco a poco: tiene su inicio con la Encarnación y sólo al fin de la historia aLcanzará su plenitud. Sobre este carácter progresivo de la instauración del reino de Cristo nos hablan las parábolas del Reino (Cf Mt 13, 24-50).
En realidad, así como Cristo no es sólo el autor de nuestra salvación, sino nuestra misma salvación, así también Jesús no sólo instaura el Reino, sino que, en un cierto sentido, Él mismo es el Reino, porque la Iglesia es el Cristo total del cual Jesús es Cabeza(cf. Ef 1,22-23).