3. LA SEGUNDA VENIDA DEL SEÑOR EN GLORIA

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

2. Parusía, juicio universal e instauración de los nuevos cielos y la nueva tierra

Tríptico del juicio final (Memling)

La segunda venida del Señor es esencialmente un acontecimiento salvador. Así se manifiesta en otro acontecimiento unido a ella y del que ya se ha hablado: la resurrección de la carne. Así se manifiesta también en el ejercicio del poder regio de Cristo mediante el juicio universal que es, antes que nada, salvación de los buenos y explicación del decurrir de la historia: por qué Dios actuó como actuó, permitió lo que permitió y qué esperaba de los hombres.

Se trata de acontecimientos que conciernen a Cristo en cuanto hombre. La Iglesia confiesa que, al final de los tiempos, Cristo juzgará a los hombres con la misma naturaleza que asumió: "en aquella misma carne ha de venir a juzgar a los vivos y a los muertos"*. Cristo es cabeza de la Iglesia en cuanto hombre; también en cuanto hombre ha sido exaltado sobre toda la creación; a Él, pues, también en cuanto hombre, pertenece el poseer la potestad judicial.

Vendrá a juzgar a vivos y muertos con gloria, de forma que, mientras su primera venida fue en carne pasible y mortal, su segunda manifestación a nosotros será gloriosa y verdaderamente divina, cuando vendrá no para sufrir, sino para dar a todos el fruto de su propia Cruz, es decir, la resurrección y la incorruptibilidad. No será juzgado, sino que juzgará a todos.

Estaba profetizado del Hijo del hombre que recibiría el señorío, la gloria y el imperio sobre todos los pueblos (cf. Dn 7, 13-14); el Bautista habla de los tiempos mesiánicos como de tiempo de salvación y también de juicio (cf. Mt 3, 13-17).  Este juicio es parte integrante de la victoria del Mesías sobre el mal y, por ello, pertenece a su actividad salvadora. Constituye parte esencial del kérygma, conforme dice San Pedro: nos ordenó predicar al pueblo y atestiguar que ha sido instituido por Dios juez de vivos y muertos (Hecht 10, 42; Cf 17, 31; 2 Tm 4, 1; 1P 4, 5).

Este juicio está unido con la venida gloriosa del Señor. En el Nuevo Testamento se le llama parusía (cf. 1 Co 15, 23; 1 Ts 2, 19; 3, 13, etc), y algunas veces epifanía (cf. p.e., 2 Ts 2, 8; 1 Tm 6, 14 etc), poniendo de relieve con ambos términos el carácter público y solemne de la vuelta del Señor, como el rey que entra solemnemente en su ciudad. Es el momento en que llega a su manifestación definitiva y plena el triunfo de Cristo sobre el mal. Por eso la Parusía es objeto de esperanza y de oración. ¡Ven Señor Jesús! (Apoc 22, 20). Maranatha. Tras esta victoria, cuando todo le esté sometido, entonces el Hijo mismo se someterá a Aquel que se lo sometió todo a El, a fin de que Dios sea todo en todas las cosas (1 Co15, 28).


* Inocencio III, Profesión de fe, 18.XI. 1208 (DS 791).