3. LA SALVACIÓN, DON DIVINO Y ASPIRACIÓN HUMANA

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

1. La salvación, iniciativa del Dios de la Alianza

El juicio final (Jacob de Backer)

Son inevitables los interrogantes que plantea al hombre su condición terrena y, más en concreto, la existencia del mal en el mundo y su presencia incluso en la intimidad del propio corazón. "Los hombres esperan de las diversas religiones —constata el Concilio Vaticano II— la respuesta a los enigmas recónditos de la condición humana, que hoy como ayer conmueven su corazón: ¿Qué es el hombre? Cuál es el sentido y el fin de nuestra vida? ¿Qué es el bien y el pecado? ¿Cuál es el origen y el fin del dolor? (...) Cuál es, finalmente, aquel último e inefable misterio que envuelve nuestra existencia, del cual procedemos y hacia el cual nos dirigimos?" *. La universalidad de estos interrogantes y su misma profundidad son signos de la necesidad de salvación que aqueja al hombre y, al mismo tiempo, son muestras de la centralidad que el Salvador del mundo tiene en la historia humana.

En realidad, "el misterio del hombre sólo se esclarece en el misterio del Verbo encarnado" ** . El misterio del hombre incluye no sólo su íntima estructura y su sed de infinito, sino que incluye también el enigma de la íntima división entre el bien y el mal que el hombre padece en su interior. La afirmación de que Jesús es el Cristo implica, pues, la consideración de la indigencia y de los males que aquejan al hombre. Implica también la consideración de los deseos de salvación y, más en concreto, de los deseos de un salvador, tantas veces expresados por los hombres a lo largo de la historia.



* Conc. Vaticano II, Decl. Nostra aetate, n. 1.

** Conc. Vaticano II, Const. Gaudium et spes, n. 22.