1. LOS PRIMEROS TESTIMONIOS DE LA FE DE LA IGLESIA

• Inicio
• 1. Los primeros testimonios de la fe de la Iglesia
  • Síntesis
  • 1. La liturgia bautismal
  • 2. Las confesiones de fe
  • 3. La liturgia eucarística
  • 4. La oración cristiana
  • 5. La negación de la encarnación por parte de los docetas
  • 6. Ireneo de Lyón
• 2. Las herejías trinitarias y la reafirmación de la fe de la Iglesia en la divinidad de Cristo
  • Síntesis
  • 1. Las herejías trinitarias: monarquianismo y subordinacionismo
  • 2. Los esquemas Logos-sarx y Logos-anthropos
  • 3. El arrianismo
  • 4. El Concilio I de Nicea
  • 5. El debate posterior a Nicea y la distinción entre naturaleza y persona
  • 6. El apolinarismo
  • 7. El Concilio I de Constantinopla
• 3. El debate en torno a la unidad de la persona de Cristo
  • Síntesis
  • 1. La crisis nestoriana y el Concilio de Éfeso
  • 2. Santa María, Madre de Dios
• 4. Unión y distinción entre la humanidad y la divinidad de Jesús
  • Síntesis
  • 1. La doctrina monofisita de Eutiques
  • 2. El “Tomus ad Favianum”de San León Magno
  • 3. El Concilio de Calcedonia
• 5. Voluntad divina y voluntad humana de Cristo
  • Síntesis
  • 1. Voluntad divina y voluntad humana en Cristo

Síntesis de contenido

La fe de la Iglesia en el misterio de Cristo se expresa con especial nitidez en la liturgia bautismal, en las profesiones de fe, en la liturgia eucarística y en la oración cristiana. Esta fe versa primordialmente sobre el realismo de la Encarnación, es decir, sobre la afirmación de la divinidad y de la humanidad del Salvador. Versa también sobre la realidad de los acontecimientos de la vida del Señor y sobre su dimensión salvadora.

En este tema se estudian testimonios destacados de la vida de la Iglesia, que se manifiesta especialmente en la liturgia. Esto nos remonta a los mismo días de Pascua, pues el bautismo y la eucaristía se celebran ya inmediatamente tras la muerte del Señor.

Asistimos también a los comienzos de la reflexión teológica, incentivada, en gran parte, por las herejías a las que tienen que hacer frente, en especial los docetas y los gnósticos. Entre los teólogos de los primeros tiempos destaca San Ireneo con su visión de Cristo como aquél que recapitula en sí todas las cosas y en quien encuentra su centro la historia de la salvación.