1. LOS PRIMEROS TESTIMONIOS DE LA FE DE LA IGLESIA

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

1. La liturgia bautismal

El bautismo de Cristo (Joachim Patinir)

Con respecto al Bautismo, todo converge hacia el mandato misional contenido en Mt 28, 19: Bautizad en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo. Esto exige la afirmación explícita de la divinidad de cada uno de los Tres, ya que la salvación nos viene a través de los Tres de la Trinidad.

El bautismo testimonia que la fe en la divinidad del Salvador está en la base misma del cristianismo. En efecto, por el bautismo —y sólo por el bautismo— se entra a formar parte de la Iglesia. El bautismo es un nuevo nacimiento que lleva consigo la salvación. Esta salvación está ligada expresamente a la acción santificadora del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo, que son los que hacen nacer de nuevo (cf. Jn 3, 3) al que es bautizado. En algunos pasajes del Nuevo Testamento, el bautismo aparece administrado en el nombre de Jesús (Cf p.e., Hech 2, 38; 8, 37), subrayando que la salvación nos viene por El. Pero en el siglo II es ya claro que el bautismo se administra universalmente con la mención explícita del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo *.

La Didaché (ca. 90/100), al indicar la forma del bautismo, habla como portadora de una tradición muy antigua y prescribe la forma explícitamente trinitaria **. Igual testimonio sobre la dimensión trinitaria del bautismo encontramos en San Justino *** (+163/167), y en San Ireneo **** (+ca. 202).



* Cfl l , p.e., Didaché, 7, 1-3.

** Didaché, 7, 1-3.

*** "Luego los conducimos al sitio donde hay agua (...) Toman en el agua el baño en el nombre de Dios, Padre y Soberano del universo, y de nuestro Salvador Jesucristo y del Espíritu Santo" (San Justino, Primera Apología, 61).

**** "He aquí lo que nos asegura la fe tal y como nos la han trasmitido los apóstoles y los presbíteros. Ella nos obliga antes que nada a acordarnos de que hemos recibido el bautismo para la remisión de los pecados en el nombre de Dios Padre y en el nombre de Jesucristo, el Hijo de Dios encarnado, muerto y resucitado, y en el Espíritu Santo de Dios..." (San Ireneo, Demostración de la fe apostólica, 3).