4. UNIÓN Y DISTINCIÓN ENTRE LA HUMANIDAD Y LA DIVINIDAD DE JESÚS

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

2. El “Tomus ad Favianum”de San León Magno

Ecce Agnus Dei (Dieric Bouts the Elder)

En noviembre del a. 448 Eutiques es acusado ante el sínodo permanente de Constantinopla por Eusebio, obispo de Dorilea (+451). Flaviano (+ 449) es ya Patriarca de Constantinopla. El sínodo condena a Eutiques. El Patriarca Flaviano afirma en el sínodo que Cristo es de dos naturalezas en una sola hipóstasis.

Eutiques se defiende utilizando un dossier de textos patrísticos contra las dos naturalezas, que son casi en su totalidad textos apolinaristas. Flaviano escribe al Papa San León dando noticias de lo acontecido con Eutiques. El texto de la carta de Flaviano contiene la tipificación del problema que San León tiene ante los ojos:

“Ha persistido (Eutiques) en negar que Nuestro Señor Jesucristo después de la encarnación es de (ex) dos naturalezas, que la carne del señor no nos es consustancial, que no ha sido tomada de entre nosotros y unida al Verbo según la hipóstasis; afirmaba que la Virgen que lo dio a luz según la carne es consustancial a nosotros, pero que el Señor no tomó de Ella una carne consustancial a la nuestra…” *.

La respuesta de San León a Flaviano (el Tomus ad Flavianum) es una síntesis cristológica en la que se equilibran las afirmaciones de las dos naturalezas con la unidad de sujeto en Cristo. Esta Carta fue decisiva en el Concilio de CaLcedonia. Contaba para ello con la autoridad que le daba el provenir del Obispo de Roma, pero contaba, sobre todo, con la solvencia de la respuesta teológica que ofrece a la cuestión planteada por el monofisismo.

El Documento utiliza un vocabulario deliberadamente duofisita: desde un primer momento recaLca la existencia de dos naturalezas en Cristo y el hecho de que cada una actúa según lo que le es propio. Tras calificar a Eutiques de “imprudente e incapaz”, el Papa inicia su argumentación subrayando el doble nacimiento de Cristo, gracias al cual tiene una doble consustancialidad: con el Padre y con nosotros **. San León remite al Símbolo Apostólico. Se habla ahí del doble nacimiento de un mismo sujeto. Por esta razón ‑y esto es lo importante desde el punto de vista soteriológico‑ el mismo es a la vez consustancial con el Padre y consustancial con nosotros. Tras citar Jn 1, 14, el Papa insiste en que la mediación de Cristo se basa precisamente en esta doble consustancialidad:

“Quedando, pues, a salvo las propiedades de una y otra naturaleza y juntándose ambas en una sola persona, la majestad tomó la humildad, la fuerza tomó la debilidad, la eternidad la condición mortal. Para pagar la deuda de nuestra raza, la naturaleza invulnerable se unió a la naturaleza capaz de sufrir. Y así tal como convenía a nuestra remedio, un solo y mismo mediador entre Dios y los hombres, el hombre Cristo Jesús (1 Tm 2, 5) pudo, por una parte, morir y, por otra, no morir. Así pues, Aquel que es Dios verdadero ha nacido en la naturaleza íntegra y perfecta de un hombre verdadero, entero en lo suyo, entero en lo nuestro”. ***.

A un doble nacimiento sigue una doble naturaleza. Estas naturalezas, unidas en el único sujeto, permanecen íntegras y perfectas después de la unión. San León tiene un gran interés en dejar clara la diferencia entre ambas naturalezas incluso después de la unión: la divinidad no ha anulado la humanidad. San León ofrece una solución que va más allá del problema estrictamente planteado por Eutiques: no sólo enseña que en Cristo hay una sola persona y dos naturalezas, sino que enseña también que estas naturalezas, unidas sin mezcla ni confusión, conservan sus propias facultades y sus operaciones propias. Pero añade que cada naturaleza realiza lo que es propio, siempre en comunión con la otra, dado que ambas son la naturalezas de un mismo y único sujeto: el Verbo. Nos encontramos, pues, ante el hecho de la comunicación de idiomas, es decir, nos encontramos ante el hecho de que las propiedades de una naturaleza y otra se predican del mismo y único sujeto, el cual es engendrado por el Padre antes de todos los siglos y es engendrado en el tiempo por la Madre. Eternidad y temporalidad se predican verdaderamente del mismo y único sujeto, pero no se predica indistintamente de una u otra naturaleza.



* La Carta de Flaviano se encuentra entre las de San León, Epist. 21, PL 54, 714-171.

** San León Magno, Ep. Lectis dilectionis tuae (13VI.449), n. 1. La traducción castellana de la Carta completa puede verse en P. Camelot Th.   Éfeso y CaLcedonia, cit., 227-235. El texto latino completo se encuentra en PL 54, 755-781 y ACO II, II/1, 24-33.

*** Ibid., n. 3. San León tiene frases muy parecidas a éstas en su Sermón de Navidad, el sermón 21, cp. 2 (PL 54, 182). En este texto tiene presente también el Adv. Praxeam, 27, 11 de Tertuliano.