2. LAS HEREJÍAS TRINITARIAS Y LA REAFIRMACIÓN DE LA FE DE LA IGLESIA EN LA DIVINIDAD DE CRISTO

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

5. El debate posterior  a Nicea y  la distinción entre naturaleza y persona

San Atanasio

En los años que siguen al Concilio, la gran figura es San Atanasio (+373). El centro de la teología atanasiana es la afirmación de que el Verbo se ha hecho hombre en orden a la divinización del hombre. San Atanasio considera al arrianismo principalmente como un peligro para la soteriología cristiana. En efecto, nuestra salvación consiste en participar de la vida divina por medio del espíritu de adopción que hemos recibido al ser incorporados a Cristo. Pero ¿cómo podría tener lugar esta salvación si Cristo no fuese Dios? y ¿cómo podría Cristo ser Dios, si el Verbo no fuese verdadero Dios?.

San Atanasio, que enseña con rotundidad la igualdad de las tres divinas Personas, no consigue, en cambio, expresar con igual claridad la distinción entre ellas. Esta distinción es profundizada por los Padres Capadocios —San Basilio (+379), San Gregorio de Nacianzo (+ ca. 390), San Gregorio de Nisa (ca. 396)—, cuya contribución doctrinal trajo consigo la definitiva refutación del arrianismo. En efecto, los Capadocios, al distinguir entre ousía e hypóstasis, encuentran el camino expedito para afirmar la diferencia entre las personas divinas, sin comprometer por ello la unidad de la esencia o sustancia. Entienden por ousía la naturaleza, que es común a todos los seres de una misma especie, mientras que por hypóstasis entienden esas mismas cualidades concretadas en una existencia individual, en la que lo genérico recibe expresión individual y concreta.