Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. Los primeros testimonios de la fe de la Iglesia
- 2. Las herejías trinitarias y la reafirmación de la fe de la Iglesia en la divinidad de Cristo
- 3. El debate en torno a la unidad de la persona de Cristo
- 4. Unión y distinción entre la humanidad y la divinidad de Jesús
- 5. Voluntad divina y voluntad humana de Cristo
7. El Concilio I de Constantinopla
La cuestión apolinarista llega a Roma, donde el Papa San Dámaso, en el año 375, condena el que se diga que el Verbo hace las veces de alma en Cristo * y vuelve sobre este asunto en torno al a. 378, condenando a quien niegue la integridad de la naturaleza divina o humana en Cristo **. El apolinarismo es condenado solemnemente en el concilio de Roma del a. 377. El Concilio I de Constantinopla (a. 381) se suma en forma lacónica a esta condena, rechazando el apolinarismo junto con las herejías trinitarias ***. No hacía falta más, aunque de hecho estaba comenzando ya el gran debate cristológico en torno a la unidad de Cristo.
* "Se ha de confesar que Él, Sabiduría, Palabra, Hijo de Dios, tomó cuerpo, alma, sentido, eesto es a Adán íntegro y, para decirlo con mayor claridad, tomó nuestro viejo hombre sin el pecado" (San Dámaso, Epístola Per filium meum, PL 13, 356 B; DS 148). En este escrito, el Papa sale ya al paso de la objeción apolinarista: si Cristo hubiese tenido alma humana, habría estado sometido a las enfermedades humanas del alma. A continuación, señala que no se puede decir que, tras la encarnación, haya habido "dos hijos" en Cristo. No hay más que uno y el mismo Cristo.
** San Dámaso, Epístola Oti te apostoliké kathédra ad episocopos Orientales, PL 13, 369; DS 149.
*** "No se ha de violar la fe de los 318 Padres, que se reunieron en Nicea de Bitinia, sino que ha de permanecer firme y estable, y se ha de anatematizar toda herejía, especialmente la de los eunomianos o anomeos, y la de los arrianos o eudoxianos, y los macedonianos, y los fotinianos, y los apolinaristas" Conc. I de Constantinopla, Canones, 9.VII.381, DS 151.