Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. Los primeros testimonios de la fe de la Iglesia
- 2. Las herejías trinitarias y la reafirmación de la fe de la Iglesia en la divinidad de Cristo
- 3. El debate en torno a la unidad de la persona de Cristo
- 4. Unión y distinción entre la humanidad y la divinidad de Jesús
- 5. Voluntad divina y voluntad humana de Cristo
4. La oración cristiana
Los textos litúrgicos que se acaban de citar muestran cómo la oración cristiana, al igual que la fe, es esencialmente trinitaria. La oración cristiana hereda muchas rasgos de la oración judía, pero se distingue de ella por una rasgo fundamental: se dirige a Dios por la mediación de Jesucristo, nuestro Señor. En efecto, según la enseñanza del Nuevo Testamento, Cristo es siempre y universalmente el mediador y sacerdote de la Nueva Alianza. De ahí que desde los primeros momentos sea costumbre cristiana dirigir la oración al Padre por medio del Hijo.
En este marco se sitúan las doxologías que tanta importancia tendrán en el desarrollo de la doctrina trinitaria. Se trata de un reconocimiento de atributos divinos del Hijo y del Espíritu, especialmente de su doxa, de su gloria. Estas doxologías están presentes en los primeros testimonios de la oración cristiana. Aparecen con profusión en gran parte de los escritos del Nuevo Testamento *. Abundan ya en los primeros textos litúrgicos y en los primeros escritos patrísticos. Refiere Orígenes que las comunidades cristianas adoptaron la costumbre de comenzar y terminar toda oración con una alabanza a Dios por medio del Hijo en el Espíritu Santo **.