Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.
- Inicio
- 1. Los primeros testimonios de la fe de la Iglesia
- 2. Las herejías trinitarias y la reafirmación de la fe de la Iglesia en la divinidad de Cristo
- 3. El debate en torno a la unidad de la persona de Cristo
- 4. Unión y distinción entre la humanidad y la divinidad de Jesús
- 5. Voluntad divina y voluntad humana de Cristo
5. La negación de la encarnación por parte de los docetas
El docetismo abarca a todos aquellos que, por diversas razones, entienden a la materia como mala y, en consecuencia, les parece indigno que Jesús tenga un cuerpo real. Su cuerpo habría sido sólo una apariencia.
Alguna vez se ha hecho notar que un rechazo tal de la condición humana de Jesús y a tan poca distancia de los acontecimientos de su vida y de su muerte no puede menos de parecer sorprendente. Es, sin embargo, un testimonio de las dificultades que hubo de vencer la primera predicación cristológica de la Iglesia. Si para el judeocristiano la aceptación de Jesús como Hijo constituyó antes que nada un problema de orden trinitario, para muchos otros el aceptar la trascendencia de Jesús constituyó un problema de orden antropológico: cómo es posible que lo divino haya llegado a entrar en un contacto tan estrecho con lo humano hasta el punto de asumir un cuerpo. En ambas situaciones estaba en juego la realidad de la encarnación, es decir, la realidad de la afirmación de que Jesús es el Hijo de Dios. En el primer caso se negaba su divinidad; en el segundo, su verdadera humanidad.
Los docetas aparecen ya en los primerísimos tiempos. Bien lo testimonia San Juan, que les llama anticristos: Ahora se han levantado en el mundo muchos seductores que no confiesan que Jesucristo ha venido en carne. Este es el seductor y el anticristo (2 Jn 7. Cf. también 1 Jn 2, 22; 4, 2-3). El docetismo nunca se presenta como un fenómeno químicamente puro, sino que se encuentra siempre ensamblado con otros problemas teológicos.
El docetismo tuvo diversas formas de expresarse. Unas veces el cuerpo de Cristo es descrito como puramente fantasmal, otras como tomado de materia sideral. A veces se utiliza la virginidad de la Madre para argumentar que esta virginidad es prueba de que el cuerpo de Cristo no fue real, sino un puro fantasma y que por esto se dice que Santa María es virgen. Pero, en el fondo, las diversas formas de docetismo coinciden en el intento de dar a la carne de Jesús un origen trascendente con el fin de no poner en peligro la trascendencia de su persona.