3. LA MUERTE DE JESÚS

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

Síntesis del contenido

San Pedro Vaticano

La Muerte de Cristo fue la meta prevista que consumaba su acción redentora, una meta querida por Dios y querida también por la voluntad humana de Jesús. Efectivamente, El mismo dijo a los discípulos, refiriéndose a su Muerte: Con un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me siento constreñido hasta que se cumpla!  (Lc 12, 50). Las narraciones del Nuevo Testamento y las profesiones de fe llevan, en primer lugar, a la cruz como acontecimiento histórico. Fue crucificado bajo Poncio Pilato, proclamamos en el Símbolo. Y San Pablo, subrayando que transmite lo que él mismo ha recibido, es decir, la Tradición, expone a los fieles de Corinto lo que estima nuclear en el Evangelio: Pues a la verdad os he transmitido, en primer lugar, lo que yo mismo he recibido: Que Cristo murió por nuestros pecados, según las Escrituras; que fue sepultado, que resucitó al tercer día, según las Escrituras, y que se apareció a Cefas, luego a los Doce  ( 1Co 15, 3-5).

Los evangelios ofrecen una narración amplia de las últimas horas de la vida de Jesús, desde la Última Cena hasta su muerte en la cruz. Para destacar la importancia que estas horas revisten para los evangelistas, baste recordar el dato de que la Pasión ocupa una tercera parte del evangelio de Marcos.