LOS MISTERIOS DE LA VIDA DE CRISTO Y SU EFICACIA REDENTORA

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

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Cristo entre la virgen y San Juan bautista (Gossaert)

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Cristo ejerció su triple función mediadora —real, profética y sacerdotal—, en todos los momentos de su existencia terrena, y continúa ejerciéndola en el cielo. Él es esencialmente el Salvador. Todo acto humano de Jesús, al ser un acto humano de Dios, posee un valor trascendente de salvación, de redención para nosotros. Incluso en los actos aparentemente menos importantes de la vida de Jesús, hay un eficaz ejercicio de su mediación entre Dios y los hombres. La presente unidad está dedicada a considerar la dimensión soteriológica de vida terrena de Cristo desde su Nacimiento hasta su Muerte en la Cruz.

  • El tema 1 está dedicado a la infancia y vida oculta de Jesús. La entrada de Jesús en el mundo (su concepción y su nacimiento) fue ya un acontecimiento salvador. La Redención comienza con la Encarnación, de ahí que en Lc 2, 11 se aplique a Jesús los títulos de Señor y Cristo. También en el seno materno, en los lentos meses de gestación, el Hijo de Dios estaba realizando la salvación.

  • El tema 2 se centra en los tres años de la vida pública de Cristo, ya que el valor salvífico de su vida se manifiesta con signos especialmente significativos en los actos de su vida pública: a través de su predicación, que anuncia el reino de Dios, que llama a la conversión y que libra a las conciencias del error; a través de sus milagros, que eran ya en sí mismos presencia del Reino, confirmaban su mensaje de salvación y reforzaban la fe de los discípulos. Esta eficacia de redención se manifiesta con gran claridad, sobre todo, cuando Cristo perdona los pecados y expulsa los demonios.

  • El tema 3 está dedicado a los acontecimientos de la muerte de Cristo, considerados en su profundidad teológica. La Muerte de Cristo en la Cruz no fue uno de los posibles términos de su vida terrena, sino la meta terrena prevista que consumaba su acción redentora, querida por Dios y querida también por la voluntad humana de Jesús. Efectivamente, El mismo dijo a los discípulos, refiriéndose a su Muerte: Con un bautismo tengo que ser bautizado, y ¡cómo me siento constreñido hasta que se cumpla! (Lc 12, 50). La Muerte de Cristo es el momento de la consumación de su obra redentora, y, por tanto, el momento del cumplimiento de la voluntad del Padre y de la glorificación del Hijo.
  • El tema 4 profundiza en el dolor de Cristo en la Pasión que es de una grandeza y universalidad extremas: el Señor padece intensamente tanto en los sentidos, como en el alma. Sin embargo, no se debe olvidar que la materialidad del dolor recibe su sentido     - 170 -redentor precisamente de la infinita caridad y obediencia con Cristo padece. También se contempla el valor satisfactorio de la muerte de Cristo. Este es el sentido de la palabra satisfacción en el lenguaje teológico: reparación de la ofensa que supone el pecado mediante el ofrecimiento a Dios de un amor y de una obediencia hasta la muerte con los que Cristo, en nombre de toda la humanidad, borra la ofensa, la injusticia, el deshonor inferido por el pecado.
  • El tema 5 estudia el hecho de que en el Nuevo Testamento hay datos más que suficientes para afirmar que la muerte de Cristo es un verdadero sacrificio, es decir, ese acto supremo de culto que sólo es lícito tributar a Dios. Y sitúa este sacrificio sobre el trasfondo de los sacrificios veterotestamentarios, aunque superándolos en la medida en que la realidad supera la figura.
  • En el tema 6, último de esta unidad didáctica, se presentan los frutos de la muerte redentora de Cristo. En primer lugar se afirma que su eficacia es universal: Jesucristo ha redimido a todos los hombres de todos los tiempos: por todos ha muerto Cristo (2 Cor 5, 15; Cf Rom 5, 18). A continuación se estudia la triple victoria de Cristo: sobre el pecado, el demonio  y la muerte. Victoria que supone una reconciliación del hombre con Dios, recibiendo a una nueva vida: el hombre es engendrado como nueva criatura en Cristo (cf. 2 Cor 3, 17).

Nota importante. El Catecismo de la Iglesia Católica dedica abundantes números y atenta consideración a los misterios de la vida de Cristo. Al estudiar estas dos últimas unidades didácticas será muy útil tener delante esos números del Catecismo  (nn. 512-637).

Bibliografía

Ocáriz, F., Mateo-Seco, L.F., Riestra, J.A., El misterio de Jesucristo, cit., 305-347.
Sayés J.A., Señor y Cristo, cit., 45-233.
Auer, J., Jesucristo salvador del mundo, cit., 243-325.
A. Amato, Jesús el Señor, cit., 495-515.