4. LA MUERTE DE JESÚS

Extraído de: Mateo Seco, Lucas F. y Domingo, Francisco. Cristología. Instituto Superior de Ciencias Religiosas. Universidad de Navarra, 2004.

Síntesis del contenido

San Pedro Vaticano

La Redención es esencialmente la destrucción del pecado, la reconciliación con Dios y la liberación del hombre de todos los males que le aquejan. Se trata, pues, de una realidad de gran riqueza teológica, que entraña en sí misma gran variedad de facetas, y constituye un misterio cuya comprensión nos excede. La Sagrada Escritura utiliza diversas denominaciones y analogías, que se complementan entre sí, para referirse al modo en que la vida, la muerte y la glorificación de Cristo han operado nuestra redención.

De todos estos aspectos incluídos en el concepto teológico de redención, tres se destacan como dignos de mayor atención: satisfacción, mérito y eficiencia: Cristo, ha satisfecho por nuestros pecados, ha merecido la nueva vida para nosotros y, como causa eficiente, produce en nosotros esa nueva vida de la gracia y de la gloria. No se trata de elementos desconectados entre sí, sino de tres aspectos del mismo y único misterio. La vida y la muerte de Cristo no sólo son victoria sobre el pecado, el demonio y la muerte, sino también verdadera expiación y satisfacción por el pecado; Cristo ha vencido el mal con su muerte precisamente porque con ella expiado el pecado del hombre.

Los sufrimientos del Siervo de Yahvé, profetizados en el Antiguo Testamento, constituyen lo que ofrece Cristo al Padre como expiación. Estos sufrimientos son redentores porque han sido aceptados por Cristo con infinita caridad y obediencia. Con ellos, Cristo expía  “por nosotros”, porque Él no es extraño a nosotros, pues está unido a nosotros como “nuevo Adán”.